Hoy he comprobado una vez más, el poder destructor
del dinero. Cuando una persona no ha podido valerse por sí misma,
lamentablemente es víctima de congéneres "bienintencionados" que
se creen que porque son independientes económicamente tienen el derecho
de decir lo primero que se les viene a la boca, sin conocer de la misa
la mitad. Los juicios de valor sobre las personas emitidos en esas
circunstancias son temerarios. Decirle a una persona qué sentir y hacer
por otra, es una osadía inaudita. Especialmente cuando quien lo hace no
tiene la vida más ejemplar al respecto. Y yo pregunto: ¿hasta cuándo la
cortesía y la buena educación debe soportar este atropello? Las
experiencias emocionales no son intercambiables, ni nadie hace
experiencia por experiencia ajena. El síndrome de la omnipotencia hace
que algunas personas no sepan distinguir entre un discurso angustiado y
una recriminación solapada o la exigencia de soluciones que nadie les
pidió. Las personas que se sienten con ese síndrome, creen que los
demás, al contarle sus problemas les piden soluciones, como si ellos las
tuvieran. Y no es así. Muchas veces, lo único que necesita un alma
angustiada, es una oreja que la escuche y un brazo que le pase por
encima del hombro.
Pero claro... Es tan fácil juzgar a los demás... Cuando esa medida se les aplica de viceversa y con el mismo rigor, entonces hay justificaciones de todo tipo. Pero mientras tanto, la boca habla sin autorización y la sentencia sale de los labios de los otros con el peso de una losa...
Quiero ser pobre, para ser querida y valorada por la gente de bien por mis valores, y no por mi capacidad (o incapacidad) de generar dinero. Pero en este mundo post moderno, hay cosas que todavía siguen sin entrarle a la gente en la cabeza. Cosas como esta:
EL DINERO PUEDE COMPRAR...
La cama pero no el sueño
La comida pero no el apetito
Los libros pero no la inteligencia
El lujo pero no la belleza
La casa pero no el hogar
El sexo pero no el amor
La diversión pero no la felicidad
El crucifijo pero no la fé
Un lugar en el cementerio pero no un lugar en el cielo...
Pero claro... Es tan fácil juzgar a los demás... Cuando esa medida se les aplica de viceversa y con el mismo rigor, entonces hay justificaciones de todo tipo. Pero mientras tanto, la boca habla sin autorización y la sentencia sale de los labios de los otros con el peso de una losa...
Quiero ser pobre, para ser querida y valorada por la gente de bien por mis valores, y no por mi capacidad (o incapacidad) de generar dinero. Pero en este mundo post moderno, hay cosas que todavía siguen sin entrarle a la gente en la cabeza. Cosas como esta:
EL DINERO PUEDE COMPRAR...
La cama pero no el sueño
La comida pero no el apetito
Los libros pero no la inteligencia
El lujo pero no la belleza
La casa pero no el hogar
El sexo pero no el amor
La diversión pero no la felicidad
El crucifijo pero no la fé
Un lugar en el cementerio pero no un lugar en el cielo...
Etiquetas: dinero omnipotencia sindrome
el barco pero no el mar
ResponderEliminarun lugar tranquilo pero no la Paz
la fama pero no el reconocimiento
la gente pero no la amistad
Patricia Sábado, 3 Febrero 2007 21:14
Hola Mònica:
ResponderEliminarQue acierto lo que planteas, en cierto sentido el dinero corrompe aquellos que suelen identificarse con èl, y basan su màxima autorrealizaciòn en sus bienes, ganancias, imagen, etc...la verdad es que estas personas me producen una extraña sensaciòn, por un lado los siento pateticos, y por otro me inspiran una gran pena.
Dicen por hay: Dime de que te jactas y te dirè de que careces.
Un abrazo
Paola
Paola Martes, 6 Febrero 2007 16:17
Conozco adinerados con una total pobreza de espíritu, totalmente convencidos de su condición superior.
ResponderEliminarImposible que puedan llegar a entender mis actitudes, mis metas, mis anhelos, lo que creo que son mis logros.
¡Cuándo entenderán que la alegría no puede depositarse en una cuenta de banco para usarla en la vejez?
Eduardo Jueves, 15 Febrero 2007 21:06