jueves, 31 de mayo de 2012

La confianza

La confianza es un cristal delicado, que cuando se rompe, es muy difícil de recuperar. Las personas creen muchas veces que ocultar cosas es bueno, que "no me va a entender", que "si se enoja", "qué va a pensar de mí...".
En lo personal, prefiero toda la vida una verdad dolorosa a una mentira piadosa. Al menos, con la verdad, siempre sé a qué atenerme. La mentira puede no solo generar desconfianza, sino llegado el caso, destruir matrimonios, amistades, noviazgos, y demás. No sé, tal vez porque soy transparente, porque no tengo nada que ocultar, ni lo en lo malo ni en lo bueno, es que no tolero eso. Nunca oculté mis defectos, ni mis errores, ni mis fracasos. Tampoco mis miedos, ni mis egoísmos, ni mis momentos de pesimismo y desaliento. Es mi modo de ser, así voy por la vida, y una mentira me duele mucho, venga de donde venga...
Acostumbro a esperar de los demás lo mismo que yo doy, por eso tal vez estas cosas me duelan tanto. A la vida hay que mirarla cara a cara. Del mismo modo que miré dentro de mí y no me gustó lo que ví, alguna vez, aprendí que lo peor que podemos hacer es mentirnos, y por ende, mentirle a los demás. El autoconocimiento da una paz interior muy grande. Asumir que se es persona, con defectos y virtudes, es lo mejor que nos puede pasar. Y si erramos, asumirlo, y pedir perdón, es lo que corresponde. Muchas personas van por la vida fingiendo lo que no son, por miedo a no ser aceptados. Es una pena... porque la primera persona que debe aceptarnos, somos nosotros mismos. Ocultar información es un modo de mentir, porque la otra persona no maneja todas las variables, y el intercambio no es justo. Quien sabe más domina al otro con ese mismo conocimiento.
Las relaciones humanas mejorarían muchísimo si las personas no ocultaran nada, si no fingieran, si no mintieran... Pero en este mundo, "el juego de la esencia y apariencia" shakespereano, es cada día más frecuente... Así nos va...

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