lunes, 3 de diciembre de 2012

Manipulación y calumnia

Nunca he deseado la muerte. Es más, me aferro a la vida con desesperación. Aún en la más honda soledad interna y externa, lucho desesperadamente por la vida. Por mi vida. Jamás tuve nada que no fuera honesto. Jamás hice nada deshonesto. Sin embargo la calumnia y la manipulación puede destruir todo lo que he logrado con mi esfuerzo y con muchísimo sacrificio. 
Las personas suelen asociar sacrificios o esfuerzos a temas económicos. Pero no. Hay esfuerzos y sacrificios que nada tienen que ver con el dinero. Tienen que ver con la persona y su esencia.
Ser objeto de la manipulación es muy feo. 
Especialmente si ella viene de personas cuyos problemas no causaste ni está en tu mano resolver. En el mundo egoísta, consumista, carente de valores de esta época postmoderna en que nos toca vivir, que alguien sin conocimiento de causa te condene por sus problemas o te haga chantaje emocional, es cada vez más frecuente y, lo que es peor, cada vez lo hacen más temprano. 
Nada les importa de tu vida, ni siquiera aunque les sirvas. Solo les importa su persona y el resto del mundo puede explotar
"¿Tienes sentimientos? Ah, pero los únicos que valen son los míos... Los tuyos no me importan."
El consumismo ha vendido la peregrina idea de que hay cosas que pueden comprarse y encima a plazos, con un plástico. Y no es así. 
Los valores morales, la inteligencia, la condición de persona de bien, el respeto al trabajo ajeno, a la persona del otro, no solo ya no existen casi, sino que hay personas que creen que pueden comprarse. Y hay cosas que son o no son, no admiten medias tintas. 
Siempre habrá alguien en la vida mejor que nosotros y alguien peor. 
Lo importante es no echarle la culpa a otros de temas personales que no tienen que ver con los demás, sino con la idea que tenemos  de nosotros mismos. Y así como nos sobrevaluamos, también solemos subvaluarnos. Pero eso es un tema nuestro. No podemos ir por el mundo culpando a otros porque no nos queremos lo suficiente y nos sentimos mal por cosas que el otro desconoce y tampoco le corresponde saber. 
La vida es, simplemente, una sucesión de hechos que a veces son realmente injustos y otras NOS PARECEN injustos porque queremos más y no llegamos o no es para nosotros. 
¿Quién no soñó con una persona inalcanzable alguna vez? Por los motivos que fueran, esa persona no nos estaba destinada y nos preguntamos una y mil veces qué hicimos nosotros para que no nos correspondiera. 
Como ese, ejemplos sobran. No es esto una resignación a no intentar alcanzar nuestros sueños. No. Simplemente es aceptar que somos finitos, con límites y que no todo lo que queremos podemos tener o ser. 
Querer alcanzar nuestros sueños no nos da derecho a manipular ni a calumniar ni a perjudicar a otros gratuitamente. La vida ha de ocuparse de ponernos en nuestro sitio si así lo hiciéramos. 
Las personas así me provocan  lástima, el último de los sentimientos humanos que deseo para mí. No dejan de ser pobres personas que como no pueden con sus vidas culpan a otros de sus problemas, fracasos y frustraciones, enlodando en su ceguera a gente de bien. Pero, como dice el poema sabio de Rubén Darío: 

    LA CALUMNIA
Puede una gota de lodo
sobre un diamante caer;
puede también de este modo
su fulgor oscurecer;
pero aunque el diamante todo
se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno
no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante
por más que lo manche el cieno.


Rubén Darío

Y, como el cuadro de Boticelli, del mismo nombre, la Verdad, un día, ha de salir desnuda ante los ojos de todos. Pero mientras eso ocurre, la destrucción moral de la persona puede ocurrir y hacerla caer en un espiral sin fin de tristeza, desolación, depresión, angustia y sobre todo, muchísimo dolor. Dolor del que nadie se entera a veces, otras ni siquiera le importa, si consiguió su objetivo.