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martes, 30 de octubre de 2012
martes, 12 de junio de 2012
Viejas canciones vigentes II
Como la cigarra
María Elena Walsh
(argentina)
Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aqui
resucitando.
Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.
Cantando al sol como la cigarra
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.
Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui
sola y llorando.
Hice un nudo en el pañuelo
pero me olvidé después
que no era la única vez,
y volví cantando.
Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás,
tantas noches pasarás
desesperando.
A la hora del naufragio
y la de la oscuridad
alguien te rescatará
para ir cantando.
Esta canción estaba de moda en los 80, cuando mi país estaba todavía bajo tiempos de oscurantismo político. Sin decir nada específico, decía mucho. Si bien es del año 72, en aquellos días tenía una vigencia increíble. No ha cambiado, sigue vigente, solo que tal vez cambió de área...
Miércoles, 9 Mayo 2007 01:16
ENSEÑANZA/APRENDIZAJE
Mis padres todavía viven, aunque
ya bastante mayores. Si bien hemos tenido los clásicos enfrentamientos
entre padres e hijos que son normales y hasta sanos en toda familia, hay
algo que me enseñaron de lo cual jamás renegaré.
Mis padres me enseñaron a ser buena persona Y yo me siento orgullosa de tal lección enseñada y aprendida. Porque tengo miles de defectos, pero si de algo puedo jactarme, es de ser buena persona.
Voy por la vida con la verdad en mis manos, en mi lengua, en mis ojos. Yo no sé mentir, ni fingir, ni engañar. Tampoco sé utilizar a las personas ni sacar provecho mal habido de ellas. En todo caso, si he recibido ayuda, es justamente por ser buena persona. Eso significa que en el 99% de las veces, estoy recogiendo lo sembrado.
Sin embargo, lamentablemente, ser buena persona cotiza a la baja en la bolsa de los valores en este mundo post moderno. Y en los últimos dos años he recibido más abusos de poder, más engaños y traiciones que en décadas.
Tal vez mi esquema mental sea demasiado simple: espero de los demás lo que doy. No ya lo que estoy dispuesta a dar, sino LO QUE DOY.
Jamás mi mano o mi lengua o mi inteligencia se puso del lado de la venganza. Jamás deseé mal a nadie aún estando muy herida porque siempre he creído que Dios sabe por qué hace determinadas cosas.
Pero todo tiene un límite. Y yo también. He soportado sin quebrarme muchas crisis en mi vida. Me gusta llamarme a mí misma una guerrera y siento que me representa en el tarot la carta de la Fuerza.
Hoy estoy quebrada. Muy quebrada, tanto que hasta mi físico se ha resentido. Yo, que jamás en 18 años de docencia había pedido licencia médica, el año pasado hube de hacerlo. Estrés... No por perseguir dinero para llenar mis vacíos existenciales con objetos materiales. No, no. Estrés por trabajar como burra para lograr al fin mi independencia económica, por estudiar más todavía para ejercer mejor mi carrera docente, por ser el apoyo incondicional de alguien a quien amaba y de quien esperaba solamente una verdad que no dijo.
No me arrepiento de haber dado siempre lo mejor de mí. Pero el dolor, la impotencia, la angustia, la soledad, la humillación, tienen que tener un límite. Tiene que venir de algún lado el límite, porque hay variables que no manejo y yo no puedo ya más con todo esto.
Gracias doy a mis padres por haberme enseñado a ser lo que soy: UNA BUENA PERSONA.
Aunque el sistema, el postmodernismo y los hipócritas me hayan quebrado, tengo algo que no me podrán quitar: DIGNIDAD.
Mis padres me enseñaron a ser buena persona Y yo me siento orgullosa de tal lección enseñada y aprendida. Porque tengo miles de defectos, pero si de algo puedo jactarme, es de ser buena persona.
Voy por la vida con la verdad en mis manos, en mi lengua, en mis ojos. Yo no sé mentir, ni fingir, ni engañar. Tampoco sé utilizar a las personas ni sacar provecho mal habido de ellas. En todo caso, si he recibido ayuda, es justamente por ser buena persona. Eso significa que en el 99% de las veces, estoy recogiendo lo sembrado.
Sin embargo, lamentablemente, ser buena persona cotiza a la baja en la bolsa de los valores en este mundo post moderno. Y en los últimos dos años he recibido más abusos de poder, más engaños y traiciones que en décadas.
Tal vez mi esquema mental sea demasiado simple: espero de los demás lo que doy. No ya lo que estoy dispuesta a dar, sino LO QUE DOY.
Jamás mi mano o mi lengua o mi inteligencia se puso del lado de la venganza. Jamás deseé mal a nadie aún estando muy herida porque siempre he creído que Dios sabe por qué hace determinadas cosas.
Pero todo tiene un límite. Y yo también. He soportado sin quebrarme muchas crisis en mi vida. Me gusta llamarme a mí misma una guerrera y siento que me representa en el tarot la carta de la Fuerza.
Hoy estoy quebrada. Muy quebrada, tanto que hasta mi físico se ha resentido. Yo, que jamás en 18 años de docencia había pedido licencia médica, el año pasado hube de hacerlo. Estrés... No por perseguir dinero para llenar mis vacíos existenciales con objetos materiales. No, no. Estrés por trabajar como burra para lograr al fin mi independencia económica, por estudiar más todavía para ejercer mejor mi carrera docente, por ser el apoyo incondicional de alguien a quien amaba y de quien esperaba solamente una verdad que no dijo.
No me arrepiento de haber dado siempre lo mejor de mí. Pero el dolor, la impotencia, la angustia, la soledad, la humillación, tienen que tener un límite. Tiene que venir de algún lado el límite, porque hay variables que no manejo y yo no puedo ya más con todo esto.
Gracias doy a mis padres por haberme enseñado a ser lo que soy: UNA BUENA PERSONA.
Aunque el sistema, el postmodernismo y los hipócritas me hayan quebrado, tengo algo que no me podrán quitar: DIGNIDAD.
Jueves, 26 Abril 2007 01:26
Etiquetas:
buena,
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