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martes, 12 de junio de 2012

ENSEÑANZA/APRENDIZAJE


Mis padres todavía viven, aunque ya bastante mayores. Si bien hemos tenido los clásicos enfrentamientos entre padres e hijos que son normales y hasta sanos en toda familia, hay algo que me enseñaron de lo cual jamás renegaré.
Mis padres me enseñaron a ser buena persona Y yo me siento orgullosa de tal lección enseñada y aprendida. Porque tengo miles de defectos, pero si de algo puedo jactarme, es de ser buena persona.
Voy por la vida con la verdad en mis manos, en mi lengua, en mis ojos. Yo no sé mentir, ni fingir, ni engañar. Tampoco sé utilizar a las personas ni sacar provecho mal habido de ellas. En todo caso, si he recibido ayuda, es justamente por ser buena persona. Eso significa que en el 99% de las veces, estoy recogiendo lo sembrado.
Sin embargo, lamentablemente, ser buena persona cotiza a la baja en la bolsa de los valores en este mundo post moderno. Y en los últimos dos años he recibido más abusos de poder, más engaños y traiciones que en décadas.
Tal vez mi esquema mental sea demasiado simple: espero de los demás lo que doy. No ya lo que estoy dispuesta a dar, sino LO QUE DOY.
Jamás mi mano o mi lengua o mi inteligencia se puso del lado de la venganza. Jamás deseé mal a nadie aún estando muy herida porque siempre he creído que Dios sabe por qué hace determinadas cosas.
Pero todo tiene un límite. Y yo también. He soportado sin quebrarme muchas crisis en mi vida. Me gusta llamarme a mí misma una guerrera y siento que me representa en el tarot la carta de la Fuerza.
Hoy estoy quebrada. Muy quebrada, tanto que hasta mi físico se ha resentido. Yo, que jamás en 18 años de docencia había pedido licencia médica, el año pasado hube de hacerlo. Estrés... No por perseguir dinero para llenar mis vacíos existenciales con objetos materiales. No, no. Estrés por trabajar como burra para lograr al fin mi independencia económica, por estudiar más todavía para ejercer mejor mi carrera docente, por ser el apoyo incondicional de alguien a quien amaba y de quien esperaba solamente una verdad que no dijo.
No me arrepiento de haber dado siempre lo mejor de mí. Pero el dolor, la impotencia, la angustia, la soledad, la humillación, tienen que tener un límite. Tiene que venir de algún lado el límite, porque hay variables que no manejo y yo no puedo ya más con todo esto.
Gracias doy a mis padres por haberme enseñado a ser lo que soy: UNA BUENA PERSONA.
Aunque el sistema, el postmodernismo y los hipócritas me hayan quebrado, tengo algo que no me podrán quitar: DIGNIDAD.
  Jueves, 26 Abril 2007 01:26 

jueves, 31 de mayo de 2012

Por qué quiero ser pobre.

Hoy he comprobado una vez más, el poder destructor del dinero. Cuando una persona no ha podido valerse por sí misma, lamentablemente es víctima de congéneres "bienintencionados" que se creen que porque son independientes económicamente tienen el derecho de decir lo primero que se les viene a la boca, sin conocer de la misa la mitad. Los juicios de valor sobre las personas emitidos en esas circunstancias son temerarios. Decirle a una persona qué sentir y hacer por otra, es una osadía inaudita. Especialmente cuando quien lo hace no tiene la vida más ejemplar al respecto. Y yo pregunto: ¿hasta cuándo la cortesía y la buena educación debe soportar este atropello? Las experiencias emocionales no son intercambiables, ni nadie hace experiencia por experiencia ajena. El síndrome de la omnipotencia hace que algunas personas no sepan distinguir entre un discurso angustiado y una recriminación solapada o la exigencia de soluciones que nadie les pidió. Las personas que se sienten con ese síndrome, creen que los demás, al contarle sus problemas les piden soluciones, como si ellos las tuvieran. Y no es así. Muchas veces, lo único que necesita un alma angustiada, es una oreja que la escuche y un brazo que le pase por encima del hombro.
Pero claro... Es tan fácil juzgar a los demás... Cuando esa medida se les aplica de viceversa y con el mismo rigor, entonces hay justificaciones de todo tipo. Pero mientras tanto, la boca habla sin autorización y la sentencia sale de los labios de los otros con el peso de una losa...
Quiero ser pobre, para ser querida y valorada por la gente de bien por mis valores, y no por mi capacidad (o incapacidad) de generar dinero. Pero en este mundo post moderno, hay cosas que todavía siguen sin entrarle a la gente en la cabeza. Cosas como esta:
EL DINERO PUEDE COMPRAR...
La cama pero no el sueño
La comida pero no el apetito
Los libros pero no la inteligencia
El lujo pero no la belleza
La casa pero no el hogar
El sexo pero no el amor
La diversión pero no la felicidad
El crucifijo pero no la fé
Un lugar en el cementerio pero no un lugar en el cielo...

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