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sábado, 23 de junio de 2012

Asumirse



La verdad primera, está dentro de nosotros. Es el origen, el centro, el inicio y el fin. Alfa y Omega. La peor mentira que podemos decir no es a otra persona, sino a nosotros mismos. Porque engañándonos, engañamos a los demás, y cuando la verdad sale a la luz... es mucho peor que si se hubiera dicho en su momento.
Asumirse - en lo bueno y lo malo -, es la actitud más honorable que podemos tener con nosotros mismos. "Hablar cuesta", dice siempre Carlos, un amigo veterano... Yo solía callarme muchas cosas, sobre todo mis sentimientos, por miedo al rechazo, por vergüenza de asumirme viva y llena de emociones para compartir y para dar.
Hoy eso está superado. Siempre me ha gustado la verdad, aún la que duele, porque así sé a qué atenerme. Pero ¿qué hacer cuando los demás no se asumen y con esa actitud nos dañan? Especialmente si es alguien que nos quiere bien, nos apoya, nos ayuda, comparte nuestros sueños y nuestros miedos...
Triste... dolida, así estoy hoy. Estoy grande para jugar a las escondidas. Yo asumo mis sentimientos y los manifiesto aunque no reciba lo mismo que deseo. Bueno... la hipocresía, especialmente la social, no va conmigo, ya sabe todo el mundo que no soy una farisea...
Recuerdo unos versos de mi poema favorito: Ítaca, del gran Konstantinos Kavafis:

A Lestrigones, Cíclopes,
al fiero Poseidón nunca encontrarás
a menos que en tu alma los lleves dentro,
a menos que tu alma los ponga ante ti.


Lestrigones, Cíclopes y el fiero Poseidón no me asustan... Solo temo a la Gorgona, porque cuando inevitablemente me mire, todo habrá terminado.
Y tú, que lees mis reflexiones... ¿te visitan los Lestrigones, los Cíclopes y el fiero Poseidón a menudo, o viven contigo?
Buen punto...
 

Domingo, 20 Julio 2008 20:03

"NADIE ME DIJO NADA"


"NADIE ME DIJO NADA"


Como es habitual en mí, robo un título ajeno para usarlo aquí porque me resulta expresivo, tal vez más de lo que yo pudiera crear. Eso sí, siempre cito la fuente. Esta vez, le robo a Jaime Roos, mi compatriota y cantante favorito, el título de una hermosa canción.
¿Por qué las personas se aferran a veces, empecinadamente al silencio, sometiendo sus sentimientos y emociones a una tortura, que termina por lastimar más, que si hablaran alto y claro?
No logro comprender esa actitud. Convengamos que - como dice mi amigo Carlos - "hablar cuesta". Pero hay cosas en la vida que dañan más si se callan que si se dicen. Tanto a quien las siente como a quien las recibe. No somos dueños de los sentimientos: ni de los propios ni de los ajenos. Es inevitable que sintamos algunas cosas...
En mi perfil dice que una de mis pasiones es la honestidad. Que es mi mejor tarjeta de presentación.
Ayer tuve un acto honesto con alguien además de mí. Siempre fui de la idea que en el acierto o en el error, ser honesto con uno mismo es un deber ineludible que tenemos los seres humanos. Ayer, rompí un dique de silencio de tres años casi y - como es primavera - , hice como dice la canción:
"Hay que sacarlo todo afuera
como la primavera,
si no quieres que adentro
algo se muera."
Yo ya sabía lo que me esperaba ante ese despliegue de emociones.
Y recibirlo, lejos de lo que creía, no me dañó. Al contrario, me siento liberada. He hecho la Katarsis y ya no soy la misma. Soy un poquito más yo, más auténtica, más fuerte, y, sobre todo, más valiente.
Me asombro de mí misma... Casi tres años con esa cosa acá... (imagine el lector que me agarro la garganta con la mano derecha y me la estrujo), atravesada, harta de los circunloquios y las metáforas y los eufemismos y los gritos del silencio y los secretos a voces...
El saldo es positvo: lo más valioso permanece intacto, el nudo en mi garganta desapareció, no me siento mal por haber dicho lo que tenía que decir, y sé, que a pesar de un obstinado silencio... mi segundo nombre - Beatriz, - la que hace feliz - cumpló su cometido.
No quedaron rastros visibles de ese momento: no se puede probar. Eso podría significar que no existió el hecho. Pero los corazones son un archivo más grande e intenso que el de la Sureté o el FBI...
Como canta Edith Piaf, mi amado Gorrión de París...

"No, rien de rien, no je ne regrette rien..."

PUNTO DE SATURACIÓN


¿Qué pasa cuando una persona llega a un punto en que no puede más con su realidad? ¿Qué ocurre cuando se agota de luchar por cambiar su vida y sigue parada en el mismo sitio? ¿Qué le pasa cuando mira hacia atrás y ve que a nivel laboral antes, con menos experiencia y conocimiento rendía mucho más que ahora?
"Esto en los 90 no me pasaba" me comentaba una colega con la que me conozco hace 24 años. Esa misma frase se la había dicho yo la noche anterior a una amiga.
He llegado a mi punto de saturación. Entrar a un salón de clases y hallar adolescentes tirados más que sentados en los bancos, con cara de aburrimiento, de "spleen", de "ennui", más que otra cosa, es desalentador. Y cuando pongo la clase en marcha y comienzo a preguntar:
- Fulanito, ¿leíste lo que pedí para hoy?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque no tengo el libro.
- ¿Fuiste a la biblioteca a buscarlo o a leerlo?
- No.
Ahí, ya es frustrante. ¿Cómo se puede ser buen docente, explicar una buena clase cuando no se cuenta con el mínimo apoyo de quien debe ser nuestro compañero de tareas?
Miro para atrás, y me veo: llena de energía, siepre dispuesta a enriquecerme y a enriquecer a otros, llegando media hora antes a mis clases, con mi libro del profesor al día, los trabajos de mis alumnos corregidos de una clase para la siguiente, con mis clases perfectamente preparadas y, naturalmente, con una asistencia perfecta.
Hoy, de aquella joven llena de sueños, solo queda la que prepara sus clases (ahora, medianamente, porque el nivel es tan bajo que ni es necesario repasar o enriquecer un tema) y la que asiste todos los días sin faltar uno. Salvo por enfermedad, claro. Pero la actitud, cambió. Los planes que yo tenía para este año para mis alumnos, se han diluido en los tres primeros meses del año lectivo. El desinterés, la apatía, el "me importa un pito tu clase, hablar bien, escribir mejor..." hacen que salga al trabajo en el último minuto, que vaya arrastrando los pies en vez de ir a dar lo mejor de mí, que me enferme más que antes (no han sido muchas veces ,pero sí gripes más largas), que descuide el trabajo administrativo y sobre todo, que no me reconozca al dar clases. .
¿Dónde está la profesora que soñé ser, la que fui? No lo sé. Se la llevó el postmodernismo.
Por favor, si alguien encuentra mi vida... ¡¡DEVUÉLVAMELA!!
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